La temporada de huracanes 2025 llega a su fin este 30 de noviembre con un saldo que confirma lo que especialistas anticiparon desde el inicio: sería un año particularmente activo y con impactos severos para distintas regiones del país. Con 31 ciclones formados —15 huracanes y 16 tormentas tropicales—, este periodo se colocó entre los más dinámicos registrados tanto en el Pacífico como en el Atlántico.
Desde los primeros días, la actividad ciclónica dio señales de un comportamiento fuera de lo habitual. En el Pacífico, la tormenta tropical Alvin abrió oficialmente la temporada, mientras que en el Atlántico hizo lo propio Andrea. El primer huracán en ambos océanos, Bárbara, marcaría el inicio de una secuencia de fenómenos que mantuvieron a las autoridades en vigilancia permanente durante meses.
Aunque varios ciclones se formaron lejos de costas nacionales, tres huracanes destacaron por su impacto directo en México. El primero fue Erick, de categoría 2, que tocó tierra en Guerrero y Oaxaca con vientos superiores a los 150 kilómetros por hora. Sus bandas nubosas provocaron lluvias intensas, marejadas y desbordamientos en regiones costeras, dejando daños materiales considerables en comunidades vulnerables.
Semanas más tarde, Flossie, que alcanzó categoría 3, avanzó sobre el Pacífico con una trayectoria que afectó a Jalisco, Colima, Michoacán y Baja California Sur. Las lluvias torrenciales derribaron árboles, inundaron caminos y obligaron a suspender actividades portuarias. Las autoridades implementaron cierres preventivos, evacuaciones focalizadas y operativos para mantener abiertas las vías principales.
Ya en octubre, Priscilla se convirtió en uno de los fenómenos más agresivos del cierre de temporada. Tras escalar a categoría 2, sus efectos se sintieron en siete estados, con acumulados de lluvia excepcionales, vientos intensos e inundaciones que afectaron viviendas, redes eléctricas y cultivos. En algunas zonas hubo necesidad de habilitar refugios temporales ante el rápido crecimiento del caudal de ríos y arroyos.
Además del recuento de daños, la temporada dejó lecciones importantes sobre prevención y respuesta. Protección Civil y autoridades estatales activaron protocolos de emergencia en repetidas ocasiones, desde evacuaciones preventivas hasta cierres carreteros y despliegue de cuerpos de auxilio. La coordinación temprana permitió reducir riesgos en comunidades expuestas.
La actividad ciclónica de este año volvió a poner en el centro de la discusión el papel del ciclón tropical, fenómeno capaz de evolucionar desde una simple depresión hasta un huracán mayor, dependiendo de la temperatura del mar y su interacción con la atmósfera. Su comprensión y monitoreo constante siguen siendo claves para anticipar escenarios y tomar decisiones oportunas.
Con el cierre oficial de la temporada, México concluye uno de los periodos más activos de la última década. Aunque varios estados continúan con tareas de reconstrucción, la rápida respuesta institucional y la comunicación preventiva ayudaron a mitigar escenarios que pudieron ser aún más graves. Ahora, el país inicia el receso climático con un mensaje claro: la preparación sigue siendo el mejor escudo frente a un año cada vez más impredecible.
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