Pantallas y bienestar: el límite de cinco horas que alerta a México


Pantallas y bienestar: el límite de cinco horas que alerta a México


Por: Inés Arroyo 

Pasar más de cinco horas al día frente a pantallas para uso personal se ha convertido en una señal de alerta para el bienestar en México. Así lo advierte un nuevo análisis de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que ubica ese umbral como un punto a partir del cual se elevan de manera significativa los riesgos de malestar mental, baja satisfacción con la vida y pérdida de sentido o propósito.

El estudio, publicado en diciembre de 2025, se basa en una encuesta internacional aplicada a más de 14,600 personas en 14 países, entre ellos México. Aunque el documento evita afirmar una relación causal directa, sí muestra patrones consistentes: quienes superan las cinco horas diarias de uso personal de pantallas presentan hasta 44% más probabilidad de reportar mala salud mental, 47% más de baja satisfacción de vida y 62% más de baja eudaimonía, entendida como la percepción de que la vida tiene sentido.

La medición se concentra en el uso personal, no laboral ni escolar, e incluye dispositivos como teléfonos móviles, computadoras, televisores, tabletas y consolas de videojuegos. Bajo este marco, la OCDE observa que el bienestar tiende a ser más alto en rangos moderados de uso, mientras que cae en los extremos, tanto en quienes usan pantallas en exceso como en quienes casi no las utilizan. Esta relación, descrita como una "U invertida", refuerza la idea de que no todo tiempo de pantalla es igual.

Sin embargo, el informe subraya que el tiempo frente a dispositivos no explica por sí solo los malos resultados. Factores estructurales y de estilo de vida pesan más. Dormir menos de cuatro horas por noche, enfrentar dificultades económicas o mantener una rutina sedentaria incrementan de forma más contundente la probabilidad de bajo bienestar. En contraste, la actividad física regular aparece como un factor protector relevante.

La soledad emerge como uno de los amplificadores más potentes. Las personas que se sienten solas registran riesgos mucho mayores de malestar, y cuando esta condición se combina con un uso intensivo de pantallas, los efectos negativos se profundizan. El desempleo y la condición de estudiante también elevan la vulnerabilidad.

El mensaje central de la OCDE es claro: el debate no debe centrarse únicamente en reducir horas de pantalla, sino en comprender cómo se usan y en qué contextos. El tiempo digital refleja rutinas, presiones económicas, hábitos de sueño y dinámicas sociales. Más que un regaño tecnológico, el umbral de cinco horas funciona como un marcador estadístico que señala dónde el bienestar comienza a deteriorarse cuando las pantallas se suman a condiciones de vida ya frágiles.





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